Con sus canciones y muy buena onda, se divirtieron sobre el escenario y encantaron otra vez a un público que colmó el Orfeo.
“Es una satisfacción para nosotros volver... al Mediterráneo”. Aplausos y risas. Este no es aquel Mediterráneo, pero bien vale geográficamente la comparación para el aplauso. De entrada nomás, después de un aperitivo de imágenes y la bienvenida musical tradicional de ambos artistas, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina empezaron su extenso concierto de reencuentro con el público local, cinco años después de su última juntada. Lo hicieron rocanroleando un poco en el comienzo, divirtiéndose con bromas toda la noche, enamorando con palabras y con canciones.
Los pájaros contraatacaron desde el Orfeo, en su vuelo interminable apoyado en sus temas, sus historias, esas burlas compartidas y guiños confianzudos con los que se dedican amor y humor eterno.
Con un concierto que pareció de entrecasa pero lució muy aceitado, los españoles trajeron su repertorio de grandes canciones de siempre y novedades al escenario, y se ganaron ovaciones encadenadas con gritos histéricos, declaraciones de amor y carcajadas. “Acuérdate de mí cuando me olvides...” comenzaba Joan Manuel con poca voz y mucha pasión, mientras Sabina, sentado en la semisombra del escenario, y cerca de una copa de champán, miraba y admiraba de cerca a su compañero. Acuérdate de mí es quizás una de las más bellas canciones que trajeron Serrat y Sabina desde España, a bordo del Titanic.
Entre canción y canción, ambos se prestaban el micrófono para hablar, y lo hicieron siempre con mucho humor y gracia divina. Hablaron de fútbol (Serrat se declaró de Talleres y Joaquín de Belgrano... porque es al que le va mejor). “¿No ven que es un farsante?”, contrarrestó el catalán, antes de que empiecen a sonar los versos y la música de Algo personal, para cantar a dúo. Los dibujos, en las grandes pantallas de fondo, ponían color a la velada, en una puesta bien luminosa y con momentos divertidos.
Temas y palabras en catalán, un blues (Lo peor del cielo, donde la orquesta suena genial) y Señora completaron una primera parte larga de un show entrañable, celebrado por sus fans con ganas, aplausos, sonrisas y coros afinados con el corazón.
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